Tuesday, August 29, 2006

SAN FRANCISCO DEL ONZOLE. CASI UN AÑO EN LA SELVA AMENAZADA.

Ahora que he terminado mi medicatura rural, considero que no hacer
un extracto de cómo era mi pueblo, las costumbres de la gente y las
vivencias que tuve sería una abominación.
San Francisco toma su nombre completo del río Onzole. Este es una
división del río Cayapas que corre hasta Borbón.

Está bien. Vamos por el principio. Para llegar a Borbón, uno debe
tomar un bus desde Esmeraldas. Son dos horas y media o tres hacia
el norte.

Borbón es un pueblo relativamente pequeño a borde del río
Cayapas. Fue ahí donde estaba mi jefatura del area 7 y donde solía
reportar mis tareas cada 22. Había empezado mi rural ahí. Dos meses
hasta luego ser transferido según lo planeado hasta San Francisco.
El pueblo dispone de los servicios básicos hasta cierto punto. Hay
agua potable en en centro, aunque en la periferia la gente sigue
dependiendo del río o de la lluvia. Electricidad casi todos
disponen de ella, aunque hay apagones con relativa frecuencia. En
el hospital civil, que era donde yo trabajaba, había un generador a
diesel para ser usado en las emergencias, como una falla en medio
de una cirugía. Teléfono particulares habían aunque la gente
prefería mucho más las cabinas o los celulares. Sólo hay señal
PORTA allá. En los mercados se puede comprar pescado, fresco y
salado con mucha facilidad. El marisco tampoco es problema hasta
cierto punto. Es más difícil de conseguir carne o pollo. La comida
combina elementos locales, selváticos y colombianos, como jugos o
batidos de frutas como el araxá, que es como una variedad de
caimito pero sin pegamento y ácido; o el yafruit, que es una
versión gigantesca de la anona. El encocao y el pescado frito es
accesible en cualquier lado. Y por su proximidad a la jungla, se
puede encontrar guisos de animales como perezoso (aunque tierno y
sabroso, verlo vivo y a punto de faenar me dieron escalofríos, por
su parecido al humano), la tatabra (una especie de chancho
salvaje), el armadillo (también es sabroso, pero dejen la piel de
lado) y la guanta, si se la hallaba.

Para llegar a San Francisco o cualquier comuna de adentro, se debe
usar canoa. Las puede uno conseguir en el muelle y el precio por
viaje es un poco prohibitivo, por la distancia, aunque por el
tiempo transcurrido se compensa. Tras salir la canoa del muelle, se
adentra uno y lo que más ve es verde. Vida y naturaleza al máximo.
Luego de cierto rato, empiezan a aparecer las comunas de río.
Algunas de negros, algunas chachi, otras manabitas. Pasada más o
menos una hora y media el río se bifurca y tomando la derecha
empieza el río Onzole.

El primer pueblo grande que ve uno es
Anchayacu. Un pueblo que ni vale la pena mencionar, puesto que yo
fui a hacer unos recorridos ahí, y créanme que al parecer fue ahí
donde se acuñó el término "negro vago", puesto que la mayor parte
de sus habitantes no hacen otra cosa que dormir, beber, jugar al
fútbol o al naipe y bailar. Pasé ahí las peores noches de mi vida,
puesto que el sub-centro, construido en época de Lucio, a pesar de
tener buena infraestructura y todo eso, no tenía malla metálica en
las ventanas. Yo, durmiendo malamente en unas colchonetas apiladas
y con un toldo minúsculo, con las ventanas abiertas y a total
oscuras (algún idiota había cortado el suministro eléctrico so
motivo de no hacer falta..), sentía los uros que pasaban bien el
toldo, junto a uno que otro zancudo que se colaba apenas se daba la
oportunidad, más los cientos que zumbaban fuera y el calor de la
noche... La comida era otra cosa. Tras haber fracasado el intento
de cocinarme por mí mismo (al pedir una cocineta me dieron la más
vieja del pueblo, junto a un cilindro cuya válvula bamboleábase
como borracho. Una puta bomba de tiempo) tenía que depender de la
voluntad del pueblo. ¿Voluntad? Jáh... Los últimos días si comía
algo en el día tenía suerte. El día final salí furioso y les dije a
esos vagos que no volvía más porque no sabían tratar a los que
venían a servirle. Ni siquiera fueron capaces de limpiar unos
depósitos de agua de lluvia que solía usar a pesar de insistirles a
cada rato. O cuando uno veía que esa gente, alrededor de sus casas
criaban charcos verdosos y podridos, amén de colonias de mosquitos
y si uno les sugería que usasen el ripio o arena que por ahí tenían
abundante para corregir esos charcos la respuesta era "Es que `toy
ocupao..." jugando naipe o viendo la novelita, por supuesto. Por
eso, cuando me preguntaban si me "encantaba" su pueblo, o si
prefería Anchayacu sobre San Francisco porque era bien "alegre y
festivo", un silencio de hielo era la respuesta.

Siguiendo río arriba, se podían ver otras pequeñas comunas tales
como Tangaré, Bellavista y Boca de Izquandé. Tras esta última, unos
minutos más de río y llegaba a San Francisco del Onzole.

Es una comunidad muy pequeña, puesto que el número de casas si
supera las 60 es mucho. Pero cuenta con electricidad, aunque el
servicio es bastante inestable (el peor mes fue febrero, donde tuve
que aguantar hasta 9 días seguidos a punta de vela) y carece tanto
de agua potable como de telefonía celular. El agua se la consigue
por río o por lluvia, que aún abunda en el sector. Obviamente, tras
los límites del pueblo se vislumbra sólo verde. Existe una entrada
accesoria al pueblo mediante un camino de verano que es tan recto
como el electrocardiograma de un taquicárdico. Y que cuando llueve
el camino se convierte en Nutella. De hecho, el suelo de todos
esos lugares es esencialmente arcilloso. O sea que cuando viene la
lluvia se forma un lodo espeso, pegajoso, ,resbaladizo y muy
molesto.

Las casas son principalmente de madera o caña, aunque algunas son
de ladrillo y cemento. Dependiendo de la familia, el total de
personas suele oscilar entre 4 y 10. En cuanto a la disposición de
excretas, pues el alcantarillado brilla por su ausencia. La forma
preferida de deshacerse de los desechos suele ser quemarla, en
algunos lugares hay letrinas o pozos sépticos, y muy pocos,
afortunadamente, cometen la estupidez de tirar sus desperdicios al
río. Teléfonos hay cuando hay electricidad. Una sola línea
convencional cuyo precio por minuto es un poco superior al original
pero suele resolver algunos problemas de comunicación. Celular...
digamos que yo fui a Quito a solicitar la instalación de uuna
antena repetidora, el documento quedó, pero de ahí depende del
pueblo la pronta instalación.

En cuanto a la dieta de la gente... tengo que reconocer que la
gente del campo esmeraldeño tiene una dieta MUY POBRE. Básicamente
arroz brillante de la grasa usada, verde hervido, todo abundante
como una montaña, y sobre eso, algún "topping" que suele ser o
encocao o huevos fritos. La gente ABUSA del frito. Y qué suerte que
no conocen tanto la mayonesa, ,que si no... La grasa más usada es
por supuesto, el aceite de palma. Es decir, si piden aceite,
olvídense de marca SAO, o Luigi o cosas así. Como mucho un La
Favorita, pero lo usual es hallar pura manteca de palma. Eso, junto
al consumo de pescado salado, lo emocionales que son los negros y
la predisposición de la raza a la hipertensión, pueden sacar sus
conclusiones.


Qué me gustó de mi pueblo:
Como cosa principal, la gente en general. Sobre todo los adultos
mayores. Gente sencilla, amigable y respetuosa. Allá dejo amigos
que no olvidaré: Don Flavio, hombre trabajador y aguerrido; Doña
Tomasa, profesora y madre abnegada; Don Seider, el líder del pueblo
y marido de doña Tomasa; Doña Luisa, esa amable anciana con la que
solía conversar y ayudarla a moler su maíz para elaborar natillas y
champú (una especie de morocho), Doña Elsa, mi querida enfermera,
entre otros.

Otra cosa que gusté bastante fueron los paisajes. No sólo de día
para apreciar la jungla hasta donde cupiera la vista, sino también
lo que es de noche, cuando se iba la luz era mejor (relativamente
hablando) para poder ver el cielo y vislumbrar el espacio como
nunca se veía antes. Aparte, las luciérnagas le daban un aspecto
mágico al pueblito.

En San Francisco aprendí, entre otras cosas, a bailar salsa (antes
era una tabla), a matar un pescado para comerlo (y el muy méndigo
revivió tras haberle decapitado y echarle agua hirviendo para
sacarle su baba en la piel... me dio un sustazo el condenado), a
suturar con sólo un trozo de aguja e hilo recto, entre otras cosas.
Mi dieta consistía en granos y pescado o carne. El arroz y el verde
casi ni lo tocaba, pues había decidido ponerme a dieta y a
ejercicios. Había oído una especie de ley allá en mi pueblo que
médico que entraba flaco salía gordo y el que entraba gordo salía
rodando. Yo por suerte pude quebrar esa regla. Entre otras.


Qué no me gustó de mi pueblo:
Creo que el principal sinsabor de San Francisco del Onzole fue el
robo del que fui víctima. No hubo derecho. Yo, una persona que les
atendía sin cobrarles, que velaba por la salud de la gente, que se
sustraigan ese TV y el DVD que con tanto esfuerzo mi predecesor y
la enfermera lograron adquirir, eso no tenía nombre. Lo peor es que
había gente que conocía quién realizó el robo pero sea por la
"familia" o por simple quemeimportismo se hicieron de la vista
gorda. Posiblemente yo sea el último médico que conozcan...

Mi principal decepción fueron los jóvenes. No era justo que un
hombre de 50 o hasta 60 años salga puntual desde las 6 de la mañana
al bosque a recoger su sustento para regresar 4 o 5 y ahí
compartir con su familia; y que un muchachón desde los 15 años,
bien papeado, con un cuerpo que provoca envidia, su horario de VIDA
sea éste: De 9 de la mañana a 1 de la tarde: Jugar naipe con sus
amigos. 1 a 2: Exigir a grito pelado su almuerzo y comérselo. De 2
a 4: Más naipe con sus amigos o escuchar reguetón. De 4 a 6: A la
cancha a jugar fútbol a lo bestia. 6 y media al río a bañarse.
Desde las 7: tras merendar, a ver la novelita hasta que sean 9 o
10 y a dormir para repetir mañana el mismo ciclo. Una y otra vez
variando fin de semana para beber y bailar salsa. No es posible.
Estos muchachos en vez de tomar la posta son más parásitos que las
ladillas. JOVEN NEGRO VAGO, es la expresión indicada. Qué
verguenza.

Los CHACHI: Fuente enorme de dolores de cabeza, pues estos dichosos
indígenas costeños poseen una especie de modo de pensar que los
hace tan reacios a curarse o a contactar con otros. Piensan que las
medicinas son mágicas que con una cucharita se curan y si
no..."medecina mala dotó, no serve, no serve" o que no pueden pasar
noche en otro lugar que no sea la casa, o su impavidez al ver a un
familiar cercano sufriendo... Se necesita mucha paciencia para
entender a estos Chachi.
LA DEFORESTACIÓN... algo de lo que ya he hablado antes.

La incultura del negro. Mucho más profunda que la mayoría del
ecuatoriano. Para el montón, no hay más música que la salsa, el
VALLENATICO HIJO DE MIL PUTAS, el reguetón marihuanero, y la
rockolera-chichera. Pare de contar. Uno muestra rock, Mozart, jazz
y piensan que es cosa del Diablo o que es "loco". La videoteca
promedio del moreno suele ser: Sicario 1, Sicario 2, Sicario 3,
Sicario 4, Sicario 5, el hijo del sicario, la hija del sicario, la
guerra de los sicarios, los sicarios en navidad, la masacre china,
el destripador colombiano, etc, etc. Y esa basura puede estarla
viendo niños desde los 2 años. No hay análisis alguno. Y de los
libros mejor ni hablar. Con decir que ya son detestados como
tarea... El moreno suele ser muy brutal para muchas cosas. Como por
ejemplo el castigo de los niños, el cual en algunos lugares que he
visto, suele consistir en algunos varillazos con una rama. Pueden
caer hasta 30 o más. Y aguantan desde el año algunos. O de cómo
matan a los animales. Con decir que a los pollos los AHORCAN. El
pobre animal tarda unos 15 minutos en morir. Su griterío (ahora
entendí el término "merienda de negros") innecesario. Entre otras
cosas.


Los dichos de la gente:
Una cosa que se me pegó de los morenos, era su dicción. Muchos me
oyen y dicen que hablo mejor que el genio Matamba, vea...
Hágame el favor: Usado cuando está la paciencia del moreno a punto
de estallar.
Vé--: Una de las interjecciones más usadas. Para asombro, rechazo o
imputación de criterios.
Mchuik! (Onomatopeya del beso): Otra de las interjecciones más
usadas. Sobre todo de asombro, estupefacción o dolor, la oía mucho
al suturar a alguien.
Mis días / ya días: ODIABA esa maldita expresión. Por su
ambiguedad. Ese término podía abarcar de 24 horas a 5 años.
- ¿Cuánto lleva con ese dolor señora?
- Ya mis días, dotor...
- Cuánto está con la diarrea este niño, señora?
- Tiene sus días, dotor...
(GRRRRR)
Un poquito: Otro término ambiguo. Lo tomaba como que la enfermedad
progresaba a mejoría.
¡Deje la...! :La orden más usada. Uno puede dejar la bulla
(callarse), dejar la mentira (no chamullar), dejar la vagancia
(difícil), dejar la lloradera (esos niños tienen unnos pulmones...)
etc.
Un diablo: Un batracio/delincuente.
Una tunda: Una volantusa o calzón flojo.
Ayyyyy.... : Expresión usada como equivalente de algo muy grande, o
largo o simplemente inllevable. Ejemplo, que cuánto le tocó pagar
por tal cosa, responde 1000 dólares, respuesta, Ayyyyy....
¡Mi parte!: Una porción de comida, por favor.
Dotó, regáleme 50 centavo...: Muy empleada por niños y jóvenes...hmph...

Bueno, como conclusión, digo que la pasé bastante bien por allá,
tuve muchas aventuras, palpé realidades duras y maduras y dejé
buenas amistades.
Bye-bye, San Francisco!!

Renovando el guardarropa en Atuntaqui y Otavalo...

Bueno, finalmente he terminado mi año rural. Chao selva en peligro de extinción (ver posts relacionados), chao lugareños amables, chao calor húmedo invivible, chao negras ricas. Hola por el momento la provincia de Ibarra, pues tenía que asistir a un seminario de "despedida" y dado mi exilio que impedía que llegasen noticias sobre congresos para enriquecer mi currículum, pues a este iba porque iba.

Razones habían de sobra. Una de las principales: Saborear ese frío delicioso serrano. La segunda, los paisajes únicos para recrear la vista. Tercera, la comida, que ya estaba un poco aburrido de tanto pescado y granos. Cuarto, Atuntaqui, que no sé por qué milagro descubrí en un noticiero que en ese lugar había un emporio manufacturero de ropa de magnífica calidad y precio que rivalizaba al de los chinos y su ropa de a dólar que en dos lavadas perdía color, forma y costuras.

Debido a circunstancias propias, mi viaje se retrasó hasta entrada la tarde. Salí de Borbón en un carro hacia San Lorenzo. Ahí me di cuenta que la cultura colombiana estaba bastante enraizada. Muchos de los comercios y restaurantes eran marca colombia. Almorzé justamente una sopa como de albóndigas pero con trigo y arroz de cebada. Su segundo era tan cholo como el que más, pero el agua de panela era infaltable. A las cinco de la tarde tomé el carro hacia Ibarra. Conforme me alejaba de la zona, y bajo el continuo aguacero, divisaba enormes áreas de lo que era verdor virgen, convertida en zonas de siembra de palma real... ¿Algún día descubrirán los efectos a medio y largo plazo del aceite de palma africana recogida? Mientras caía la noche, ocurría lo típico del viaje largo: A escuchar vallenatico hijo de mil putas, pero ah... ahora contaba con un arma secreta: Mi nuevo MP3 player. ¡Destroza esas notas asquerosas, Megumi-chan!

A eso de las nueve y media de la noche, llego al terminal de Ibarra. A pesar de estar oscuro, me doy cuenta que aún conservaba su apelativo de "Ciudad blanca". Deseaba mucho dar una vuelta por esos lugares, lo cual lamentablemente no sucedió. Tras dubitar un rato si quedarme a dormir en Ibarra o jalar de una a Otavalo, me decidí por lo segundo. OTra media hora de viaje, esta vez por suerte sonando música autóctona, y llegamos a Otavalo. Con lo cansado que estaba, sólo tuve energía suficiente para buscar hospedaje barato, algo de comer (considerando que llevaba unos 30 kilos de equipaje al hombro) y caí.

Al día siguiente, mientras me dirigía al lugar donde se celebraría el congreso, me fui topando con algunos colegas manabas. Mientras tanto, me daba cuenta que Otavalo era en verdad una ciudad pequeña, pero muuuy pujante. Ese era el ejemplo del otavaleño trabajador y próspero. Incluso importadoras chinas no podían ser rival digno del producto hecho a mano y barato igual. Las calles casi todas adoquinadas, pavimentadas o con concreto. Caminar era un placer. Eso sin contar con la temperatura, muy agradable, que oscilaría entre 19 y 14 grados como mucho. Exquisita.

Aparte de eso, ver el contraste de ciudad con paisaje montañoso daba un especial atractivo a la ciudad. Debido a la gran afluencia turística, había gran nivel cosmopolita. Podía hallarse restaurantes de comidas internacionales sin problema, junto a muchos turistas extranjeros en busca de recuerdos, artesanías y ropa. Un detalle muy interesante y atractivo era que la basura, al ser recolectada a las 9 de la noche, los camiones emitían una suave melodía de campanillas que avisaban de su llegada. Como para que aprendan los patanes de acá, que a trompetazo limpio vienen a recoger basura...

Ropa. Aprovechando una pausa en el congreso al mediodía, me escabullo y tomo un carro a la famosa Atuntaqui. Menos de diez minutos y ya estaba.
En el citado pueblo, observé que efectivamente su economía giraba sobre la manufactura de ropa más que el turismo en sí. Cada manzana contaba por lo menos con una tienda de ropa hecha localmente. Podían ir de pequeños locales generales o especializados en cierto estilo de ropa a grandes tiendas comerciales que ofrecían sus productos al por mayor y menor. Y como era de esperarse, los precios eran muy buenos. Camisetas de algodón por 2 yanquis, interiores desde un dólar, montones de opciones. Mi prioridad era tórax e interiores. Había regalado casi toda mi ropa vieja o maltratada en mi comuna, puesto que deseaba renovar significantemente mi guardarropa. Y no me equivoqué. Con unos 100 dólares fui llevando una cantidad muy decente de trapo nuevo entre camisetas, camisas, boxers y demas.

Aunque la carga extra significó más esfuerzo al cargar las maletas, valió la pena. Al despedirme, envuelto en el sutil y perpetuo perfume del eucalipto, imaginaba lo orgullosos que debían estar los otavaleños al ver ahora su ciudad. Así como los de Atuntaqui, Cotacachi (no pude ir igual) e Ibarra.

Wednesday, August 23, 2006

¡¡Violadas!!

Borbón, Esmeraldas.
Habiendo casi terminado mi año rural (pues vaya que el tiempo se va rápido...) y ya habiéndome despedido de mi comuna; me encontraba haciendo guardia en la sala de emergencia del hospital donde me solía reportar. Estaba en ese momento cubriendo a una compañera, que estaba medio abollada. Así que hice la guardia por ella, más por deseo de hacer algo, de no ociosear que otra cosa.
Un intento frustrado de pegar pestaña debido a la irrupción de una distónica (no entraré en detalles) me mantiene despierto a la una de la madrugada. Pero la lata que provocaba esta mujer iba a ser sucedido por algo mucho más grave...
Escuchaba sollozos y llantos quedos, junto a algunas figuras que iban y venían por la sala de espera. Un poco extrañado y mosqueado salgo a ver qué ocurría.
Frente a mí se hallaban dos chiquillas, cuyas ropas de salir estaban medio manchadas de lodo y cuyos rostros llorosos afloraban una tragedia brutal. Tras ellas una robusta señora, madre de una de ellas, me aclara el dato:
Las chicas fueron violadas.
Así de sencillo.
Ellas habían salido a bailar con un grupo de "amigos" y ya se aprestaban a regresar a su casa, cuando sus "amigos", tras haberles ofrecido una bebida medio sospechosa, les colocan un trapo en la boca y las meten a la fuerza en un galpón y ahí son ultrajadas a sus anchas.
Termino de oír la historia y una de ellas estalla nuevamente en llanto. Un llanto rabioso, amargo, desesperado. Yo crispo mis puños de ira y, tras hacer marchar a la histérica anterior a su casa, hago pasar a las chicas.
Nunca antes había atendido un caso de éstos, y sinceramente no sabía muy bien qué decirles para consolarlas, calmarlas o por lo menos aliviarlas. Nada.
De todos modos, hago lo posible para acompañarlas en su dolor, sin aproximarme mucho, pues ellas ahora estarían renuentes a todo contacto masculino. Una de ellas, de todos modos agarra mis manos y mientras llora, las aprieta hasta hacerme doler. Musita que por qué a ella, que no le ha hecho daño a nadie; luego que los va a matar, lo hará como sea. Luego vuelve a llorar...
La rabia y el deseo de castrar a los bastardos ésos con un serrucho oxidado impide que vierta lágrimas. Estoy furioso. Si hubiera llegado un policía con uno de esos hijos de puta para que ellas lo reconocieran estoy seguro que no me hubiera controlado.
Sólo puedo decirle que la apoyo en su decisión de matar a esa gentuza. Que los haga sufrir mil veces lo que a ella. Veo sus ojos, y los de su amiga. Veo algo que sangra, algo roto. Y algo que ha muerto. Que nunca podrá recuperarse.
Me solicita la madre que las examine para verificar violación, pero sabiendo el estado de ellas, voy a preguntarle a una obstetriz si podía encargarse de la situación. Yo tengo el conocimiento legal, pero no tanta práctica. Ella se niega. Que lo haga la policía y que allá ponga la denuncia. Lo dice para sacársela o para no meter en problemas al hospital?
Salgo y comunico a la madre. Ella asiente y dice que luego va a buscar a la policía... Me despido de las chicas y sus miradas me vuelven a mostrar eso roto, eso que ha muerto nuevamente.
Al día siguiente empiezo a comunicar la noticia a los que podía. Pero muchas de sus respuestas me dejan más asombrado. Uno me dice que una de ellas es putísima, que a él se le había ofrecido ni se cuántas veces, capaz que estaba lamparoseando. Otro médico viejo me explica que aquí las peladas aguantan verga desde chiquitas, que al rato las vas a ver de vuelta del brazo hasta del mismo que las violó... etc, etc.
¿Es que nos hemos vuelto tan permisivos que todo nos vale verga hasta que nos toque?
¿Es que una mujer, así sea la más fácil, ofrecida y volantusa del mundo, no tiene derecho a decir NO cuando no desea el sexo?
¿Es que aquí los machos que violan, drogan o golpean a una mujer para "levantárselas" y luego jactarse con sus amigos debe ser aplaudido por machote?
Ya veremos cuando le pase a la hija de uno...

VALLENATO HIJO DE REMIL PUTAS.

Sunday, August 06, 2006

Atacames...¿¿es esto atención al turista??

Yo que quería darme un paseo por Atacames, aprovechando las fiestas de Esmeraldas, y con el motivo de la reunión final de mi gremio se iba a dar (la cual quedó postergada para el 18), escapé unn rato de mi jungla.
Cuando fui llegando al hermoso sitio, estaba repleto de ilusiones sobre lo que iba a farrear, lo que iba a joder, alguna que otra hembra para vacilar y cosas por el estilo. Así que comienzo a caminar. Sabía que el fuerte de los hoteles se encontraba pasando el puente que cruzaba el estero, cosa que con suerte tendría un bonito cuarto con vista a la playa por un par de noches...
El lugar estaba, ATESTADO. Gente principalmente de la sierra que aprovechando sus vacaciones escogieron este lugar para disfrutar un buen rato. Con mi mochila al hombro dediqué una media hora a vagar por la playa recreándome la vista.
Cuando en esas, me dieron ganas de echarme algo a la panza, cosa que me dirijo al restaurante más próximo y pido la carta... ¿¿¡¡QUÉ CHUCHA!!?? ¿Cinco yankis por un puto ceviche? ¿Acaso lo hacen con KOI imperiales? Y los otros platillos a pesar de tentadores ostentaban unos precios que bien podrían doblar los originales... Haciéndome el loco me levanto y salgo, perforado por la mirada de la dueña.
Y el mal parece que era extendido, porque casi todos los lugares que iba veía precios por las nubes. Bueno, decido entonces mantenerme a atún, galletas y agua. Ahora a buscar una cama para dormir, que el cuerpo ya me pedía descanso y unn baño...
Pruebo suerte en un "hotel" que más parecía una casa de tres pisos con muchas habitaciones. Negocio familiar se veía de ley. Una mujer gorda y con cara de malos amigos me pregunta con sequedad que qué quiero. ¿Y esta vieja loca? Pregunto quién atiende en el hotel, me responde ella. ¿Y con esa cara de bruja atiendes, sin decir siquiera buenas tardes, vieja del orto?
Le pregunto con una cortesía mal merecida que cuánto costaba una habitación simple por noche. "No hay", me contesta con la misma sequedad. "Sólo de cuatro". Ya me empezaba a cabrear la bruja ésta. Mascullé un gracias y di media vuelta. Fui a otro que parecía pintado hace menos de 3 semanas. Calculo que como mucho 7 latas me salía por noche. Buenas tardes digo. ¿Sí ? Me responde un muchachito. La misma pregunta. Sí hay. VEINTE DÓLARES POR NOCHE, SEÑOR...
Veinte hijos de puta dólares por una zorra y puta noche en un hotelucho de segunda o tercera... ¿Acaso la noche incluía una mamada?
LA REPUTA QUE LOS PARIÓ... Todos, TODOS los hoteles, hoteluchos y hostalcillos que veía me daban la misma respuesta. De 20 dólares por noche no bajaba nadie. Otros vivillos pedían 25 y hasta 30. ¿Pero qué es esto? Y los que exhibian letreritos de VISA, MAstercard y otros mejor ni preguntar.
Finalmente llego a un lugar que decía tener habitaciones baratas. 6 dólares la noche pero compartida con otras personas, sin baño privado y el piso tenía más cara de vecindad de invasión guasmeña que otra cosa...
THAT`S IT.
Empecé a caminar como un loco buscando y buscando alguna opción decente, pero nada. Mi andar me llevo hasta fuera del pueblo y ya era noche cerrada cuando veo pasando un bus medio atestado hacia Esmeraldas. Vamos arriba... UUUJJJHH!! Tipico batracio que embute gente en la estructura hasta que no haya aire disponible. Con cada hueco de mi cuerpo relleno con carne ajena o metal puntudo, cansado, cabreado y dolorido regreso a Esmeraldas.
Bueno, yo puedo entender lo de temporada alta y toda esa guevada, pero lo que se hizo en Atacames no tiene justificativo. Digo, LA CORTESÍA VENDE, lo digo por ti, vieja pedorra concha de tu madre, que más por desesperación de los norros por conseguir piso que por otra nota se alojaron en tu guevada de hotelucho. Y por muchos otros giles que creen que con abrir un negocio, pulir las ventanas y poner ofertas y pinturas ya está la movida. PUES NO CHUCHA. Así no se atiende a los turistas, sarta de cojudos.
Un turista no es un saco de billetes esperando ser exprimido. No es alguien al cual tratar de cobrarle hasta los pedos que se tire. Un cliente bien atendido, con una sonrisa, con una buena actitud, REGRESA. Y trae más clientes.
He quedado muy decepcionado de este lugar que tantas expectativas me daba.
Se van a la verga.