Saturday, December 23, 2006

Ingratitud.



¡¡LO HICE POR USTEDES!!

El rugido que brotaba de su garganta, violento y salvaje, tenía sobre la muchedumbre enardecida el efecto contrario. Como licor al borracho, como gasolina al fuego, sus palabras incentivaban más y más la furia de los que lo rodeaban.

Hallábase con los pies sumergidos en una pirámide de ramas, troncos y trozos de madera, de cuyo ápice surgía un monolito largo y fálico. Cuerdas gruesas impedían que liberase sus manos y pies del contacto del monolito. Se iba a proceder a ejecutar a alguien que había cometido crímenes atroces y repulsivos.

"¡¡Tú mataste a mi hijto querido, maldito!!" Chillaba febrilmente una vieja obesa y lloriqueante, vestida de cenizo para hacer juego con el color de su alma. "...¡a mi niño lindo! ¡Lo mataste como a un perro, desgraciado, aquí te voy a ver cómo te quemas, hijo de puta!!"

Él volteó a verla, con los ojos inyectados en sangre. Las palabras de la vieja batallaban con el ideal por el cual él había venido a ese lugar.
"¡Si yo lo hice, fue porque...!" - Empezó a decir, pero fue interrumpido por el tronar del sacerdote que lo había juzgado en nombre del Señor...
"¡¡No mereces hablar ni explicarte, engendro de Satanás!! ¡Eres un enemigo de la vida, del derecho a vivir, de las criaturas de Dios! ¡Pero hoy serás enviado al infierno al que perteneces!!"

El que iba a ser quemado apretó los dientes, repleto de ira. ¿Por qué esta gente no entendía? ¿Por qué se unían a defender las causas equivocadas? ¿Había valido la pena tanta lucha? La respuestas se las daban, una y otra vez, los gritos que surgían del populacho.

"¡¡Hijo de puta, por tu culpa ya no puedo servir como hombre!! ¡¡Me mutilaste!!" Eran los gritos de un hombre, vestido elegantemente, poseedor de terrenos y fortunas. A su lado su honorable esposa profería obscenidades que en su exclusivo círculo de damas jamás se habría ocurrido pronunciar. Porque por culpa del de la hoguera, toda su imagen y su caché se había fragmentado en miles de pedacitos.

"¡¡Aleluya!!" Ladraba histérico el buen pastor. "¡Hoy es un día de celebración, aleluya! ¡Porque ha sido derrotado el poder satánico, aleluya! ¡El poder de los cielos está con nosotros, aleluya! ¡Hoy el juicio del Señor caerá sobre tí, pecador, maldito, oveja descarriada! ¡Aleluya! ¡¡ALELUYAAAAAAHHH!!""

Se empezó a dar cuenta que su lucha, sus esfuerzos, habían sido en vano. No merecían lo que había hecho, su deseo de darles lo que ellos todos los días pedían a gritos a todo lo que estuviera por encima de sus cabezas. El aborrecimiento y la rabia iban contaminando su alma rápidamente.

"¡He quedado en la calle por tu culpa, malparido, hijo de puta!" Reclamaba un joven relamido, con el rostro convertido en una máscara babeante de ira; aunque por momentos, sus ojos volaban a un rincón de la masa de gente, buscando una fémina, repleta ahora de joyas y telas elegantes, cuyo amor tras perder su fortuna ya no podía comprar.
Entre los clamores y aullidos de la gente, el hombre, el que iba a morir levantó su cabeza, miró intensamente a todos y cada uno de sus verdugos. Su voz nuevamente se alzó sobre la de ellos:
"¡¡POR ÚLTIMA VEZ, RECONOZCAN QUE LO OCURRIDO LOS HA BENEFICIADO!! ¡¡SÓLO ESCUCHAN LO QUE QUIEREN ESCUCHAR Y LO QUE COMPLACE A SUS CREENCIAS IMPÙESTAS!! ¡¡ABRAN SU MENTE, SE LOS DIGO!!"

La respuesta fue una andanada de insultos, escupitajos y pifias. El sacerdote y el pastor, enloquecidos, sedientos de muerte y asesinato, excitados al punto que sentían violentas erecciones dentro de sus pantalones, enarbolaban sendas antorchas flameantes. Y dijeron al unísono:
"¡¡Hasta aquí tus blasfemias, tus herejías, tus atrocidades!! ¡¡Vuelve al infierno donde perteneces, adorador del diablo!!"
Y juntos, simultáneamente, hundieron sus fuegos en la madera embebida de kerosene.

Una flor anaranjada y roja, gigantesca, cerró sus pétalos en torno al monolito y al que todos aborrecían. De entre las danzantes llamas surgía el alarido final del que moriría pronto, entre dolores atroces. La multitud bailaba, cantaba y coreaba alrededor de la pira. Ese ser aborrecido, del que tanto mal habían oído, iba a desaparecer con la venia de los avatares de Dios.

De repente, de entre ese crisol siseante, surgieron dos protuberancias luminosas. Dos enormes y traslúcidas alas. Las voces callaron. Los bailes se detuvieron. Todas las miradas estaban puestas en el ser que resistió la muerte y ahora mostraba su forma verdadera. Cayó la cortina de lujuria, morbo y frenetismo mostrando ahora un núcleo negro y chorreante. Miedo. Terror. Horror absoluto. Más de una vejiga se vació y las heces mancharon más de un interior.
Las alas dieron un batir violento y todo rastro de llamas desapareció. Ahora sólo la luna llena, y el propio resplandor del ser inmolado era la fuente de luz de los aterrorizados ojos del populacho. Ese ente, brillando su carne como gema líquida, empezó a hablar...

"USTEDES... USTEDES SON CULPABLES DE SU PROPIA DESGRACIA. YO FUI ENVIADO EN RESPUESTA A SUS INNUMERABLES RUEGOS POR JUSTICIA Y PAZ. HABÍA VENIDO A QUITARLES DE ENCIMA A AQUELLOS QUE LOS HACÍAN MISERABLES..."
Ni un murmullo podía oírse. En ese momento, su voz era el absoluto antónimo del silencio.
"TÚ, MUJER (dijo mirando a la obesa señora que tanto lo maldijo), HABÍAS PARIDO A UN ASESINO POR PLACER, UNO QUE SIN REMORDIMIENTO ALGUNO HUNDÍA CUCHILLOS Y DISPARABA BALAS... ÉSE ERA TU HIJITO LINDO, QUE INCLUSO TE GOLPEABA CUANDO, BORRACHO, VENÍA A RECLAMAR ATENCIONES. ÉSE ERA TU NIÑITO, MUJER ESTÚPIDA..."
"Y TÚ, HOMBRE IMPORTANTE, LO QUE YO TE ARRANQUÉ DE CUAJO, DEJÁNDOTE SIN EMBARGO VIVIR, LO HABÍAS INTRODUCIDO SIN PIEDAD EN JOVENCITAS INDEFENSAS, A LAS QUE LUEGO HACÍAS CALLAR CON TU DINERO. NADIE PUDO CASTIGARTE POR TU POSICIÓN Y TU FORTUNA, SALVO YO... Y ES POR ESO QUE SE DESCUBRIÓ TU HIPOCRESÍA Y ALCAHUETERÍA, MUJER DE ALCURNIA Y CLASE, SEGÚN TÚ..."
"Y EN CUANTO A TÍ, JOVEN DESPOSEÍDO, SEGÚN TÚ INJUSTAMENTE, YO TE ARREBATÉ LAS RIQUEZAS FORJADAS EN BASE A NIÑOS DROGADOS, PERSONAS VENDIDAS Y DIGNIDADES OFERTADAS. Y TODO ESO PARA COMPRAR LOS FAVORES QUE TÚ CREÍAS AMOR, DE ESA MUCHACHA QUE LO ÚNICO QUE TENÍA EN MENTE ERA SU SIGUIENTE VESTIDO O SU PRÓXIMA JOYA..."
"Y AÚN ASÍ, SABIENDO Y CALLANDO LOS VERDADEROS CRÍMENES QUE YO ME DI EL TRABAJO DE CASTIGAR, OBEDECIENDO LAS ÓRDENES DE ESTE PAR DE FANÁTICOS, DE ESTE DÚO DE MANIPULADORES DE CONCIENCIA, QUE JUNTOS HAN COMETIDO TANTOS CRÍMENES COMO LOS ANTES MENCIONADOS; DECIDIERON ALZARSE EN MI CONTRA Y DECLARARME CULPABLE DE HABER IMPUESTO LA VERDADERA JUSTICIA"

Y dando paso a un gesto de tristeza, sentenció:
"NO SON DIGNOS DE SER LLAMADOS HIJOS DE DIOS..."

Las alas nuevamente se abrieron, y esta vez brillaron cegadoramente. La natural histeria y pandemonium que se habría dado no ocurrió, puesto que en los organismos de todos ellos, las arterias que irrigaban sus cerebros, repletos de prejuicios y supersticiones, empezaron a estallar. Simplemente, con el pasar del resplandor, la gente silenciosamente iba muriendo. Hasta que sólo el ser alado quedó en pie.

Y empezó a elevarse rápidamente, traspasando fronteras físicas que ninguna mano humana podría siquiera medir. Sus ojos, melancólicos, miraron por última vez ese campo lleno de cadáveres.
Ahora rendiría su informe, del cual dependía toda la humanidad.
Y no iba a ser nada favorable para nosotros....

Saturday, December 16, 2006

El poder de una mirada.

- Cobro caro, amigo.

- No importa, dame el precio ya.

- Serán cincuenta...

- Sólo eso? Cincuenta mil sucres??

- Idiota, dije cincuenta millones. Cobro caro, lo dije ya.

- Ummmh.... bien. Vale la pena. - El hombre abrió su talonario de cheques.- Lo quieres al portador o a tu nombre, muchacho?

- Guarde esa maldita cosa, yo no trabajo si no es con pasta en mano.

- Oye, sólo te puedo dar un adelanto. Diez es todo lo que tengo. Te daré el resto cuando regreses , lo prometo. Pero deberás cumplir lo ofrecido.

- Yo siempre cumplo mis ofertas.... Dónde es la dirección del hombre?

- Alamos 512 y Emilio Estrada. Recuerda que es un tipo que debe pagar sus miserias.

- Lo sé, por eso acepté este caso. Buenas noches.

Saliendo del despacho del empleador de mis servicios, me adentré en la oscura sábana nocturna de la ciudad de Guayaquil. Soy un sicario, un hombre que mata a otros por dinero. Destajero, matón, mercenario, ninja, llámenme como deseen. Mi nombre no interesa a nadie. Dentro de los círculos de este oficio me conocen como Piraña. Por mi fama de morder y por las mismas barajar.


Pero soy un sicario diferente. Los otros matan a quien sea si les ofrecen buen billete, así tenga que ser su madre. Yo limpio de porquería este mundo. Me arrechan los delincuentes de todo tipo. Y les tengo ley sobre todo a los de sobaco perfumado, esos niños bonitos que se banderean día y noche farreando con el dinero chupado al pueblo. Luego aparecen como los grandes salvadores con música, trago gratis, hembras mostrando el culo entarimadas. Y los ponen de alcaldes, prefectos, diputados y presidentes. Para continuar con la misma guevada. Morirse es lo que merecen, por ladrones, cínicos, hipócritas de mierda que ni Pinocho les cree sus chamullos. Pero el pueblo cojudo los sigue alabando así se les haya cagado encima ayer. Pueblo bruto. Yo no.

Taxista pendejo, no quisiste parar en la esquina. Maricón es que eres, tienes miedo de mi pinta. Bueno, tengo que coger la ruta que me deje más cerca del sector de Urdesa. Una india mendiga y cargada de pelados como zarigüeya se me pone en frente rogándome en una mezcla de quichua y guayaco que le ponga luca en la mano. Más por deseo de que se vaya que por bondad, le coloco la ayora en la mano mugrosa. Sigo caminando...


Nací en Balzar, hace unos veinti porras... El viejo se fumigó cuando era peladito todavía, así que mi mama tuvo que criarnos a mí y a mi hermanito. Con jodas y todo, había jama en la mesa siempre. Tuve chance de ir a una escuelita; “San Policarpo de ni me acuerdo “ se llamaba. Mi profesora se llamaba Irma. Señorita Irma. Chévere la pelada, y si no recuerdo mal, buena también. Era un goce acordarse de aquella vez cuando entre mi pana Carlos y yo le montamos una quinquigua en el faldón de la directora. La vieja saltó y bailó como esos toros bravos que yo miraba en el rodeo montubio. Fue un cuaje de risa verla. Nunca se supo quién fue el culpable. Esa fue mi primera fechoría. De muchas posteriores que terminaron en la expulsión del colegio cuando tenía doce años. La vieja se cabreó como nunca y me mandó una buena bolleriza que me dejó amoratada la nalga. Desde ahí aprendí a diferenciar entre lo bueno y lo malo. Y ya en ese tiempo había nacido mi último hermano. El padre nunca supe quién fue.

Sentado en la buseta de ruta 59, toco el arma escondida en mi chompa. Es una Smith & Wesson calibre 38, con silenciador. Se la compré a un viejo que conseguía armas de contrabando en unas seiscientas lucas. Pero valía la pena, porque ya me estaba cansando del escándalo producido por mi antigua recortada con que despachaba gentuza. En cambio, Micaela (así me gusta llamar a mi arma) es silenciosa, segura y un tiro bien puesto lo manda a uno donde San Pedro. O donde el diablo en estos casos.

La jama que había en casa era comprada por la vieja, el dinero no sabíamos de dónde salía pues la doña pasaba en caleta el día entero. Sólo trabajaba en lo hogareño. “Feliz en el hogar” como cantaría J.J.

Hasta que un día supimos la verdad.

Una noche, noche maldecida porque marcó el inicio de mi desgracia; estábamos todos merendando tranquilos cuando unos golpes tremendos en nuestra puerta hicieron saltar a la vieja. Al abrir salió un tipo pluto y mal encarado que sujetó de los brazos a mamá y la hizo caer al suelo. Mis hermanos chillaron de miedo y yo , como el hombre de la casa (gran pendejada, sólo 14 tenía) me paré frente a ese hijo de mil putas. No te metas con mi madre, cojudo, le grité furioso. El tipo me tiró un puñetazo que me mandó a las sillas de la sala. Medio soñado lo oía decir que la puta de mi madre trabajaba de noche en el barrio. Le pagó por un polvo. Como le gustaba le pidió el bis y se lo negó. Ahora venía a cobrárselas completas. Y ante mi infinita vergüenza, odio e impotencia, puso a mi querida madre, llorosa y debatiente encima de la mesa y se la tiró ante nuestras narices. El maldito ése salió gritando a todo mundo que en esa casa había culo seguro.

Mamá desde ese día fue vejada y despreciada por los vecinos, quienes no movieron un dedo por ayudar en esa noche. Nunca nos pudo volver a mirar a los ojos ni andar con la cabeza erguida.

Se me humedecieron por un momento los ojos por los recuerdos. Observo por un momento las cabezas medio caídas del resto de los pasajeros. Me pregunto cuál de ellos estaría dispuesto a ayudar a alguien en desgracia. Creo que nadie. De repente me entran ganas locas de gritarles a todos ellos que valen mierda.......Urdesa. Me voy acercando.

En esta vida estamos para matarnos los unos a los otros. No hacemos otra cosa. Verga es lo que dan en esos catecismos, que no enseñan a ser más que maricones ante la vida. Uno debe ser duro, guardando lo tierno de uno para la familia, y hasta ahí se traiciona. Después del episodio del borracho que violó a mi madre, y de saber que ella era una de las “niñas”, mi vida cambió por completo. Fui por un momento al caserío donde se suponía que trabajaba mi madre. Si en ese mismo lugar hace un par de semanas fui con unos panas para probar lo que era bueno; en ese momento me vino la idea de haberme acostado con mi madre. Pasé llorando el resto de la tarde.

Pero el chuchas de su madre ése debía pagar, de una forma u otra. A punta de investigaciones y de sapada logré sonsacar que el tipo ése vivía en uno de las haciendas de las afueras de Balzar donde trabajaba de peón. Así que en una noche como a las 12 y media me fui en corto a esa hacienda donde lo hallé chupando con sus yuntas, despacito me introduje en uno de los cuartos de herramientas y esperé el final de la fiesta. En una hora el tipo salió jumo como nunca. Lo fui siguiendo hasta su choza y al momento de meterse le toqué la puerta. Para mi suerte no vivía con mujeres u otra compañía. Cuando el hombre abre la puerta le atizé un machetazo en el medio de la frente que lo derrumbó como una pila de arena suelta; es por mi mamacita querida, chuche tu madre medio gruñí mientras le clavaba el filo una y otra vez en el cuerpo tembloroso. Ante la luz de la luna miraba cómo toda su vida, su orgullo y su arrogancia mojaban el suelo de tierra y salpicaban la foto de la colorada abierta de patas en la pared interna de la puerta.

Ahora pienso que si me hubiera visto la cara ese momento me hubiera asustado.

La parada, le grito al chofer antes de saltar al piso asfaltado. Que soy lerdo, por pensar tanto me pasé de la dirección acordada. Me pongo entonces a dar vueltas buscando las calles de la casa. Las luces centellean en todas partes. Un grupo de aniñados pasa a mi lado riéndose como tontos sujetando unas chatas en la mano. Carajo, se creen los dueños del mundo en esos instantes, pero quiero verlos después de 20 o 30 años y saber si se siguen riendo con la misma soltura que ahora, después de saborear la vida auténtica, de conocer el hambre , el sacrificio, el pelo caído, las tetas flojas y todo eso. Después de saber que hay un precio que pagar por toda esa diversión.

Mi primer muerto….en nombre de la justicia. La verdadera. A la policía no hubiéramos ido ni pagados puesto que el zambo ése solía ladrar a los cuatro vientos que los chapas eran sus panas del alma, así matase a quien sea a los dos días saldría libre. Y así no tuviera tal privilegio, quién miércoles va a hacerle caso a una putita barata que reclame que la han violado? Si eso es su modus vivendi, que se lo manden día y noche…..

Por eso fue que me escapé de casa después de coser al hijo de puta que se filiquiteó a mi vieja; ni loco me iba a pasear como si gran cosa en el centro del pueblo cuando se enterasen de quién mató a Bollo de Bagre. Pero a los años me contaron que nunca se supo del culpable. Cuando menos por ése la ley no me iba a echar el guante. Así que emigré a Guayaquil, al principio intenté conseguir camello por donde sea pero puertas y ventanas se me cerraban. Hasta que un man en chiqui me fue ofreciendo como cien lucas para que le tuteara la nalga a un lorenzo que le había roto las ventanas sólo por joder. Lo hice y me dieron la money sin replicar. Me gustó. La plena que me gustó. La sensación de tener un arma, poder usarla, y para eliminar toda la basura humana de la ciudad, o por lo menos una parte. Fui progresando; de cuchilla pasé a cartuchera, de cartuchera a pistola de bala U, y de ésta a Micaela, mi actual, la propia. Asimismo, de virar a pandilleros (tenía un método para atraparlos; algo así como atrapar ratones. Por el izquierdo conseguía tamugas de base en esos operativos de droga y se los iba a regalar a los pandilleros quienes de una se fumaban todo el paquete. El resto era obvio. Ante todos esos gusarapos drogados hasta las patas buscaba a los que quería y los tuteaba tranquilo) pasé a robacarros, hampones más duros terminando en los narcos distribuidores.

Ya divisé la casa del tipo a quien debo despachar. Una casa sencilla pero bien arreglada. Bonito era el jardín. No parecía ser la casa de un puerco corrompe-niños que me habían descrito. Pero igual, me dieron el adelanto y debo cumplir. A lo mejor el tipo era albergado o algo así. Con paso lento llego a la puerta y toco el timbre. De un solo me pongo la máscara por si alguien me mira. No quiero testigos. Al abrirse la puerta un hombre empijamado me mira con ojos de ruca.

- Señor Rivadeneira?- digo envuelto en la sombra para que no vea mi máscara.

- El mismo, en qué puedo ayudarlo?

Sin dar tiempo a otra cosa, lo tumbo al suelo de un empujón y saco a Micaela de mi bolsillo. “Diga sus oraciones porque esta noche se muere” grito con voz agria a mi víctima. El hombre sin decir palabra me clava los ojos y su mirada me desconcierta. Antes todos los miserables que había mandado al infierno me miraban por última vez con ojos abyectos, gemebundos, llorosos, implorando piedad. Poniendo de manifiesto su cobardía y su podredumbre de alma. Eli, eli, lamma sabactani? Hipócritas…

Pero este hombre nada de eso mostraba. Al contrario su mirada era tranquila y llena de dignidad y valentía como si me dijera que si tienes que hacerlo hazlo ya. No, no…esta no era la mirada usual que yo disfrutaba antes de apretar el gatillo.

Por primera vez en mi vida me vi indeciso.

De regreso al despacho de mi contratista, mi alma está llenándose de un nuevo concepto, algo radical, un nuevo sentimiento. Toco a la puerta y el hombre me recibe con una sonrisa sebosa.

- Piraña, en mi despacho está el resto del billete.

- ………

- Hubieron testigos?

- ………

- Qué ocurre, chico, te comió la lengua el gato? Ja, ja , ja… relájate. Te serviré un trago.

El tipo se vuelve, prepara su cóctel y al voltearse con los dos vasos en mano su faz sonriente se convierte en horrorizada al descubrir que lo estoy apuntando a la cabeza.

- Mentiste, hijo de puta…

Murmuré ácidamente al tiempo que vaciaba el cargador de Micaela a intervalos regulares. Los únicos sonidos fueron los “chiuk,chiuk” de Micaela, el quebrarse de los vasos al caer y el ruido sordo del cuerpo del tipo al desplomarse.

Diario Expreso, 14 de Junio de 1993.

Giacomo Stradivario, conocido administrador de las empresas impresoras Stradius, fue hallado en su despacho muerto de cinco balazos en el cráneo. Se sospechaba hace tiempo que Stradivario tenía vínculos directos con el narcotráfico y tenencia ilegal de armas. Se desconocen los motivos del asesinato, aunque no se descarta un ajuste de cuentas. Giacomo Stradivario estaba casado con la famosa cantante……

He descubierto que hay otras formas de combatir el crimen y a diferenciar auténticamente el bien del mal. Todo esto me lo enseñó el que hubiera sido mi víctima de una sola mirada. Piraña seguirá castigando el mal, pero ahora lo hará con más prudencia y juicio……

Monday, December 04, 2006

¡TENGO HAMBRE! (Reedición)


Por supuesto que deseaba medirme esa noche.
¿Siete horas de caminatas por esas calles hermosas y resplandecientes de Buenos Aires, más interminables antojos de degustar este y otro alimento típico, sean choripanes, sean bifes, sean aguilas o sean alfajores son regusto a anís (siempre cantando una ópera a mis papilas mientras descendían a mi estómago); más mis ojos que habíanse lanzado una y mil ocasiones a catar los reflejos que despedían esta, u aquella u esta otra ninfa de piel nacarada y rostro etéreo que cruzaban a mi lado una y otra vez; o mis oídos que registraban notas nunca antes oídas, arrancadas de la laringe de un Zorzal que llevaba más de 75 años de muerto?
Los sentidos debían cansarse.
Mas no mi entusiasmo.
Así que proseguí.
Y oh, bestia de mí, ya sumergido el disco de Ra bajo los bussiness buildings y ya habiendo dado la posta de sus dorados rayos al omnipotencial neón que retorciéndose y quebrándose gritaba a mis vistas Coca Cola, Movistar, Teatro Colón, Mc Donald`s y miles de otros discursos que tácitamente cruzaban ante mí, seguía avanzando. Mis pies gobernaban en ese momento, ni me dolían, ni me quejaba, ni nada.
Y dale que caminaba.

Decido parar en un paquete de ruidos entrelazados con efectos electrónicos y batidos con un humo fragante y decorado con haces de colores primarios y secundarios tan crudos y directos que ni siquiera hacían el lógico producto cuando se entrecruzaban.
Música.
A más de noventa decibeles. Si pasaban los ciento diez mis oídos me dolerían y correría un serio problema de riesgo de sordera. Me gustaba. No sólo mi órgano de Corti se sobrecogía con las cargas violentas del sintetizador. Ni mi humanidad se sobresaltaba con tanto cuerpo apretujado, unos tratando de disfrutar su bebida, otros, moviéndose en audaz sincronía al ritmo único, otros, simplemente en actitud contemplativa, pero vivos igual.
Ah, sí, mi bebida. Tal vez ella era la responsable.
Mezcla de un licor, un vino, un amargo y zumo dulce para enmascarar. Y yo con la sed, todo adentro casi sin saborear. Patán. Debiste saborear. Un buen sorbo en tu garganta. Cada etanol, cada tanino, cada sucrosa, cada escencia. A eso viniste, ¿no? Pago otra.

Cometo el mismo pecado. Gulp. Pa dentro. ¿Pero qué mierda me pasaba? ¿Acaso me matarían luego? ¿Tenía algún compromiso? No. Simple voracidad lupina. Mi lobo interno, el mismo que aullaba de placer mientras mis carrillos abultaban con ese bife de chorizo casi crudo, casi sin masticar. No comía, tragaba. No me alimentaba, me cebaba. Bestia. Animal. Eso era lo que era. Aún fuera del restaurante podía saborear los hilillos de jugo que aún quedaban en mi barbilla.
Qué malos modales.
Ahí tienes, majadero.
Se te trepó la bebida. Cuidado y la cagas.
Sobre todo viendo esa cosa, envuelta en rojo y metal negro que, junto a otras como ella, sacaba curvas y sinuosidades de lugares que me parecían risibles. Ya vas y le coges las nalgas protegidas por su escudo de vinilo.

Se te trepó la bebida. Y tienes ganas de cagarla. Sólo una membrana separa tu gentleman del caveman.
No. Puedo con esto. Puedo con ella.
Sólo mirarla. Con verla a los ojos, me basta.
Vamos mamita, mira para acá. Sólo un ratito.
Ahhhhh... Unos ojos para matar. Buena. Contacto. Se abrió el enlace.
Pero no te la quedes viendo tanto tiempo, gil. Va a pensar que la quieres violar o algo. Sonríe, haz algo. ¿Cinco segundos y sólo una sonrisa sin dientes y la bebida elevada? ¿Dónde llegarás con esa actitud?
Aunque...
Camina hacia acá. Oh Dios, camina hacia acá. Esa hembra, ese mujerón, esa mamazota, camina hacia acá.
- Hola.
- ¿Solita? (Buena, cojudo, bien que la viste con sus amigas y eres capaz de lanzar esa barrabasada.)
- Depende... ando con mis amigas...¿y vos?
Su voz es una anaconda que va penetrando mis canales auditivos hasta callar incluso ese rave trance a 1000 kmp.
- Turista... primera vez que ando por estos lados.
- ¿De dónde sos?
- Ecuador.

- ¡Ay, qué lindo! Y cómo te...
(no es tan importante)
...
- ¿Te gusta mi piso?
- ¿Eh?

¿Dónde me hallaba? ¿Con quién estaba? ¿Quién era yo? ¿Cómo llegué aquí?
Bolsa. Sus manos, entrelazadas en mis hombros ahora, me hicieron un upload de realidad.
- ¿Estás nervioso, lindo?
Se te trepó la bebida. Patán.
- Pon algo de música y veremos luego...
Pero si ya estaba sonando. Un ritmo pegadizo, como sus manos, caliente, como sus susurros a mi oído, exótico, como cualquier cosa que se te ocurra definir. Empezamos a bailar despacio. Me siento como un inválido en sus terapias. Tieso, chueco y torpe. Sigo a trompicones su movimiento continuo e hiperbólico, lo que le hace reír un poco. La estoy volviendo a cagar. Grande, aprendiz de galán...
Me mira de repente con esos ojos de matar. Me perfora mis retinas. Mi cabeza desconecta todos sus cables de cognositividad y los integra a otra cabeza menos teórica y esencialmente práctica.
Mi sed, la estoy calmando. A tragos grandes. Mi sed de ella. No me puedo desprender. Mis manos no pueden dejar de sentirla, mi nariz no puede dejar de olerla, no. No. No.
Hambre. Tengo más hambre. Quiero más carne. La quiero ya. En mi boca. En mis manos. Saborear. Gustar. No quiero alimentarme. Solo quiero saborear. Ser gourmet. De su piel.

Esa blusa de seda de 300 pesos, ese pantalón de vinilo negro de 450, sus sostenes y pants de Verónica`s Secret han perdido su glamour, su caché, su distinción y se encuentran mezclados con mi jean de bahía de 8 dólares, regateados de 15. Con mi camisa de algodón cuencano. Con mis boxers chinos de 5 dólares los 3. Y mis medias de 3 años. A la mierda la moda.
Lo que está debajo es lo importante.
Y ahí estoy, deslizando la punta de mi lengua sobre el nacimiento de su pelo y los contornos de sus orejas, mientras ella muerde con fruición mi esternocleidomastoideo izquierdo (auch!), pasando una mano por toda su espalda, sintiendo erizarse cada pelito minúsculo, y la otra palpando a más no poder todo lo que ella no mostraba en su escote.
No pienso, no puedo pensar. La otra cabeza mía estaba computando acciones mucho mejor que la pentium 6, aún sin salir.
Tengo que comer. Tengo que comer.

Le aparto su torso del mío y me aferro a esos manjares gemelos. Me paso catando y chupando redondeces, cambiando de texturas, de sedosa y tierna a levemente rugosa y tiesa. Y los sazonan sonidos de muy arriba mío.
- hhaaaa....mmmmm....papiiii....
Ella también come. Saborea. Precisamente su mano está atosigando mi cabeza activa. La perturba. Siento un empujón de ella. Entre sorprendido y aún hambriento, caigo sobre esas sábanas tan frescas y esa música aún resonante. La siento catar un bocado mío muy oculto. Pero sólo lo saborea. Lo lame, lo chupa y lo muerde despacio (uf..)
Mi hambre vuelve rugiente.
Agarro su cuerpo, lo manipulo, lo manejo a mi antojo, hasta que lo pongo como deseo. Y beso. Y vuelvo a besar. Sus labios llenos y jugosos. Beso tierno, muchita, francés, esquimal. Paso toda mi boca por la suya. Ella mezcla jadeos y gemidos. Y sigue ensimismada en mi cabeza.
Hasta que ya no quiere. Voltea su cabeza, se desenreda, se desprende, se desata. Cae sobre las sábanas y queda como muerta. Sólo su respiración agitada y su elevando sonrojo me dicen que no ha muerto. Y sus palabras desesperadas...
- Vení, mi amor, te quiero dentro mío...
Hay que complacer a la dama. A las damas se las complace. Se las mima. Se las consiente. ¿Soy un caballero? No. Soy una bestia. Soy un lobo hambriento. Un lobo enfundado con cultura, conocimientos y lengua humana.
Mi mente divaga, delira, está acá, está allá, está acá, está allá...
- Ah-ah-ah-ah-ah...
Allá, acá, allá, acá, allá, acá, allá...
- AH-AH-AH-AH-AH-AH-AH-¡AH-AH-AH-AH!
¡¡ALLÁ, ACÁ, ALLÁ, ACÁ, ALLÁ, ACÁ, A-
- ¡¡¡MMAAAAHHHAAAAAAAAaaaaaahhhh.....!!!
En cualquier puto lugar.
Sentí el Big Bang. Lo creamos ella y yo.
Abro los ojos y estoy en mi hotel. Algo pasó. Algo debió haber pasado. No es muy claro, pero pasó.
Algo que debía ser memorable, pero del que apenas recuerdo algo.
Pero sí queda algo.
Que resucita, se regenera y vuelve a levantarse rugiente, aullante.
HAMBRE...
TENGO...HAMBRE...