Wednesday, December 26, 2007

¡DÉJAME EN PAZ!



¿Por qué demonios no me dejas tranquilo?
¿Cuál es la fascinación, el placer, la lascivia en hundir el puñal de tu voz y tus palabras y revolver inmisericordemente lo que en estado normal podría llamarse corazón?
¿Sólo amigo yo de ti?
¡NO PUEDO!
No puedo, me es imposible, hacer la transición de mujer a "linda amiguita" de un día para otro. Imposible, no. Me es imposible.
¿Crees que este dolor como un cautín sobre mis entrañas se produciría si sólo te considerase un vacile o un intento de llevarte a la cama?
¿Piensas que el brotar tremendo de sentimientos que lanzaba de mis ojos a los tuyos proviene únicamente de una pueril e inocente amistad?
Te equivocas.
Yo mismo fui el primer obstáculo para que florezca este padecimiento infernal mezclado con ambrosía.
No deseaba ni quería enamorarme de ti. Tenías todo lo contraindicado para que surgiera amor. Podría ser deseo sexual, podría ser sólo un encuentro. Mas no amor. Una colega. De donde trabajo. Efímera en tu paso. ¡Todo!
Mas este corazón estúpido y reincidente teje, elabora, manipula, fabrica. Y me lo viene a mostrar ya prácticamente armado.
Un amor ingobernable.
Desesperado, intentando yo cubrir este vapor luminoso y cálido con sábanas negras. Contaminarlo con depresión por esta u otra causa. Ensuciarlo con salidas sexuales con alguna otra que calmaban el apetito carnal, pero que al mismo tiempo depuraba, decantaba y destilaba los sentimientos. Y se quedaban dentro de mí.
Claro, debías oler mis intenciones. Saber que mis miradas albergaban un obús. Que mis contactos buscaban fundir las pieles para no separarlas más. Pero no me frenaste, no me detuviste, no me enfriaste. O tonta o te haces.
Ya estando próxima tu partida, te ignoré, mis miradas eran frías, vidriosas. Monosílabos. Volteos de espalda. Cortes de cara. Quítate de mi camino. Necesitaba algo que aliviase. Algo que amortiguase.
Algo que paliase un poquito más que sea la inmensa agonía que iba a sentir cuando te fueras. Ya está, te vas de aquí, del hospital, de mi vida. Que ignorases. Que no supieses. Y vas y me llamas luego. A preguntar por qué estaba tan enojado. ¡Enojado!
Y supiste.
Y te asustaste.
Bien, mejor para mí. Por fin un no. Lo que necesitaba. Ahora, ten la bondad, vuélvete a tu tierra y déjame tranquilo. Reconstruir mis sentimientos.
¡Pero paz es lo que menos me das!!
Tus 6 llamadas perdidas esa noche me reabrieron la herida. Y la sangre brotó. Junto con los sentimientos. Lo mismo quisieron las lágrimas. Un bochorno en plena calle.
Y sigues.
A pesar que te lo dije ya. No puedo verte como amiga así como así. No puedo transmutar este amor inconmensurable en rosada amistad. Por eso te echaba a un lado, por eso te ignoraba, por eso te rechazaba.
Y tú, queriendo decirme que "nos" extrañas. Que has llorado por "nosotros". Llenándome de confusión. De dolor. De tristeza. Acumulando más lágrimas. Que no logran salir.
¡Déjame en paz!!
¡Sal de mi vida, no me recuerdes, échame de tus recuerdos! ¡Deja de recordarme, de llamarme, de mensajearme, de saber que estoy ahí!
¡PORQUE NO PUEDO DEJAR DE AMARTE UN SOLO MALDITO SEGUNDO!
¡Por más que lo desee, por más que lo necesite, por más lógico que sea! ¡Sólo deseo poder estrangular este sentimiento y matarlo lentamente! ¡Quiero que dejes de ser mi primer pensamiento de cada mañana y la imagen que viene a mí cada vez que cierro los ojos! ¡Abdica de una puta vez ese lugar que ocupas de todos mis pensamientos conscientes e inconscientes!
¡Por piedad, por compasión o lo que chucha sea, déjame solo!
...que este dulce y corrosivo amor se divierte arrancando mi alma a jirones.



...sí. Soy un cursi. ¿Algún problema?

Monday, December 17, 2007

MERRY XMAS

A todos mis amigos y lectores, les deseo una muy feliz navidad.
Ahí les dejo mi regalito...



(Es que odiar la Navidad se ha vuelto moda EMO...)

Monday, December 03, 2007

Al cielo



Sin saber cómo, se vio suspendido por el aire.
Sintió un miedo helado, pero al mismo tiempo una inmensa fascinación. Al irse el miedo fundiendo por el calor de su curiosidad, empezó a ascender hasta casi tocar el techo. Como un niño aprendiendo a andar, subió, bajó, avanzó adelante y atrás y luego a los lados.
No tocó el suelo ni una vez.
Ya no había miedo, ni temor, ni ansiedad. Todo fue sustituido por una alegría salvaje y rugiente. Volaba. Estaba volando. ¡Podía volar!
Como todo aprendiz, los estrellones no faltaron. Pero fue mejorando, un poco más a cada momento. Cómo subir en vertical y luego bajar en picada. A bajar lentamente usando los brazos abiertos como alas de planeo. Y a apretarlos bien a su tronco para volverse una bala cada vez más rápida. A dar giros en el aire, dobles, triples, cuádruples saltos mortales que subían en número de giros hasta que el mareo lo permitise.
Los tirabuzones, a dar vueltas sobre su eje como un taladro, volverse un trépano volador de carne y hueso. El vuelo lateral, a cambiar de posición como un helicóptero. Cada nuevo arte dominado lo ponía en el clímax de felicidad.
Ahora sí, elevó su mirada a ese techo blanco que aquel día bendito impidió brillar el sol. Las fronteras estaban rotas. Los límites quebrados. ¡El mundo era suyo! ¡Arriba! Nada de limitarse al techo o el patio, ahora era el barrio entero que podía observar en todos los ángulos posibles, los patios de los vecinos, los techos, los objetos arrojados ahí y que por pereza no habían sido bajados, las antenas, todo. Estaba por encima de todos ahora. Un vecino fijó su horrorizada vista y el chico atinó a ofrecerle su mejor sonrisa. ¡Estaba tan feliz!


¡Vuela!
De un tirón ascendió por el aire como una saeta y se sumergió en las nubes. Aspiró la niebla fría, disfrutando de ese vapor helado hidratando sus pulmones. Al salir del banco de nubes, sólo vio azul.
El azul interminable, purísimo, celestial. Punteado por el brillo sublime del astro rey. No fue la luz deslumbrante, ni el viento veloz sobre su rostro. Las lágrimas que caían de sus ojos obedecían a su alma conmovida como nunca antes lo había estado. Tanta belleza junta, tanta inmensidad. Todo para él. Para el escogido que empezó a volar. Tenía ahora todo un nuevo mundo por explorar. La montaña que despuntaba en el horizonte, el mar que reflejaba la luz muy a lo lejos, las ciudades, los bosques, todo. TODO.
¡Un momento!
¿Por qué sólo él? ¿Por qué no todos? Si él pudo volar sin esfuerzo, habría algún método para que se lo transmitiese a otros. ¡Dios santo! La utopía final. Un mundo donde los vehículos pasarían a la historia, los coches, los carros, los aviones... todo obsoleto ya. Eso es. Debía transmitir su don a los que pudiera. ¡Lo haría ahora mismo!
Bajó de vuelta a su pueblo. Sería el héroe del lugar, sería el aclamado, el que enseñó a volar a las personas. Sería el mayor en la historia. Sería...
No oyó el estampido del rifle sino hasta dos segundos después que la bala destrozó su tórax.
En los ocho segundos y medio que duró su caída hasta estrellarse brutalmente contra un tractor y salpicar de sangre y pedazos de hueso la puerta del galpón; el chico sólo sintió estupefacción. ¿Quién? ¿Y por qué?



Y el vecino a cien metros más allá, bailando desaforado, aleluya, porque había vencido al demonio, a aquel que fue poseído por Satanás, aleluya, y se puso a volar. Porque los hombres no vuelan, aleluya. Por decreto del Señor, gloria a Dios. El divino castigo cayó sobre el demonio volador, sobre el blasfemo, sobre el sacrílego. Sobre el que quiso imitar a los ángeles divinos tras haber hecho pacto con el Diablo.
Aleluya.
Aleluya...