Saturday, October 25, 2008

La canción que me transforma



Screams break the silence
Waking from the dead of night
Vengence is boiling
Hes returned to kill the light
Then when hes found who hes looking for
Listen in awe and youll hear him

Bark at the moon

Years spent in torment
Buried in a nameless grave
Now he has risen
Miracles would have to save
Those that this beast is looking for
Listen in awe and youll hear him

Bark at the moon

They cursed and buried him
Along with shame
And thought his timeless soul had gone
In empty burning hell--unholy one
But now hes returned to prove them wrong (oh no)

Howling in shadows
Living in a lunar spell
He finds his heaven
Spewing from the mouth of hell

And when he finds who hes looking for
Listen in awe and youll hear him
Bark at the moon

Cada vez que oigo esta intensísima canción, mi sangre empieza a hervir, y me convierto de un apacible ser humano en, en, en...


¡¡¡AAAWWWWWOOOOOOOOOOOOOOOOOOHHHHHHHHHHHH!!!

Thursday, October 16, 2008

Caricia Líquida


Termina tu charla
frente al teclado
advierte tu estado
que ansía resolución
Ve corriendo, rauda,
haz aletear las telas,
descubre la piel,
brinca al sitio pulido.

Gira el pestillo,
que brote la cascada
clara, tibia y azulina,
y aclame tu tersura.
No vaciles en moverte,
haz que te vista toda,
no vaciles en sonreír,
con cada chorro travieso.

Un chorro te acomete,
te recorre rostro y cuello,
dividida en cinco,
es mi mano aventurera.
Esa catarata de cristal,
protruye hacia tus labios
inundándolos de celeste,
siente mis fauces intangibles.

¿Me notas ahora buceando,
pasando raudo por entre tus hombros
deteniéndome a hacer remolinos
en tus cóncavas axilas?
Así como no me contengo,
y a tus pechos bajo
a concentrarme goloso,
en tus prominencias erectas.

Puedo crear manos, brazos,
tentáculos, extensiones,
que siempre son insuficientes
para abarcar tu superficie.
Y ahí estoy, dándome abasto,
cinco extremidades latigueando
calor y tibieza en tu espalda
abriendo tu boca en éxtasis.

Mantén, princesa de las olas,
tus ojos cerrados.
Priva a tu vista el derecho
de ver a tu líquido amante.
Sólo oye mi chapoteo,
sólo prueba mi frescor,
sólo aspira mi neblina,
sólo disfruta de mi ardor.

Una burbuja cobalto,
un balón ameboide
te ha fagocitado
te ha compenetrado.
Haz homenaje con tus gritos
al pasar de mis corrientes
por tu hambrienta intimidad
por tus puntos tan sensibles.

Suda por cada poro
todo tu placer retenido,
exuda gozosamente
cada orgasmo que te provoco.
Porque he venido al asalto,
porque he cruzado las fronteras,
porque en tí deseo cebarme,
porque tú eres mi deseo.

Ahora me voy, hermosa tú.
Descansa tus gozos
en ese lecho de baldosas.
Permite mi retiro de tu piel,
chorreando hasta el escape,
sabiendo, dentro mío,
que hoy y varias veces más,
clamarás mi raudo regreso...


A la musa que va dedicado este poema: Querías un cuento, pero me acordé que ya había redactado este relato hace algún tiempo. Así que mejor hice una poesía. Espero te guste.
Luego subo las ilustraciones.

Wednesday, October 08, 2008

Tofu-sensei vs Pitonizza

No, no es duelo de titanes ni hay adversidades de por medio.
Es una entrevista que una muy querida y admirada blogger me ha realizado hace poco, y ya la ha publicado.
Primero fue el Pod-cast con I-pab para oírme.
Luego fue la entrevista en Ecuacanal para verme y conocerme más.
Ahora, Pitonizza introducirá sus capacidades místicas en la mente de este salvaje lobo apasionado.
He aquí el link, pues.
LA ENTREVISTA A TOFU-SENSEI DE PARTE DE PITONIZZA

Thursday, October 02, 2008

Ella dice...


...pico un poco nerviosa mi ensalada, haciendo saltar mis ojos desde mi platillo hasta él.
Había pensado que su propuesta era un poco loca, proponiéndomela así de súbito. Una cena en su casa. Yo creí que iba a ordenar comida, hasta que lo vi ahí, entusiasmado, picando, salteando, probando, guisando, mientras yo esperaba sentada en su cama (más bien colchón, nunca ha tomado en cuenta mi consejo de comprar una armazón para completar el mueble) viendo una película a mi elección. Hasta que se aproximó y me dijo está lista la cena.
Dos velas violetas daban una tenue atmósfera a esta escena. Eso y la música que salía a medio volumen de su laptop. Y ahí estaba yo, picando mi ensalada y mordisqueando mi filete bien cocido y nadando en salsa de champiñones, mirando a este hombre. Que sin mucha pena devoraba su pedazote casi crudo de carne haciendo grandes ruidos de satisfacción. Qué loco. Qué loca por aceptar su propuesta.
Eso sí, sabe cocinar.
- Está rica tu comida. - murmuré en un intento por pausar este silencio envolvente. El no contestó. Tragó el pedazo que abultaba sus carrillos y me clavó sus ojos. Esos ojos, violentos, salvajes, penetrantes, lobunos. Que en más de una ocasión los veía echar chispas de furia o rebosar de deseo a tal punto que lo hallaba perturbador. Mas ahora estaban llenos de un tibio vaho que volaba directo hacia mí y encendía cirios en mi alma. Esos cirios que otros no supieron apreciar, él los encendía con esa mirada tan llena de ternura.
- Me alegra que te guste, mi cielo... - por fin me respondió. Ese conjunto de mirada y sonrisa le otorgaba un aire mezclado de fuerza y delicadeza. Como un niño con barba, como un bebé vestido de traje. Una amalgama intangible de animal y hombre. Elevó su copa de vino hacia mi dirección.
- Por esta ocasión tan especial, por tenerte en mi departamento. Brindo por eso. - Alcé mi copa y la hice tintinear contra la suya.
Dos botellas pasaron en un segundo. El último chorro logró volcarse en su copa, alzándose hasta menos de la mitad.
- El último sorbo de vino. Te vas a casar, chiquito - Le dije riendo. El también empezó a reír. Reímos como tontos. Ya sentados en su sofá. Me gustaba tanto la música que tenía seleccionada, casi todas en inglés, no entendía casi nada. Pero él sí sabía su letra, y me la susurraba al oído, mientras apoyaba mi mareo en su pecho. Sentí sus dedos recorrer mis mejillas, mi frente, mis párpados. Me hacía cosquillas. Solté otra risita y sus dedos sujetaron mi barbilla y levantaron mi rostro. Entre las leves luces oscilantes, las sombras danzantes y los vapores del vino, sólo pude ver sus ojos.
Nuevamente me penetraron hasta clavarse en el centro de mi alma. Y un cirio muy oculto, muy secreto, en el punto más recóndito de mi alma, se prendió. Me llenó por dentro de luz, de luz brillante y cálida.
Con los ojos entrecerrados, vi ese rostro rudo acercarse al mío hasta que la punta de su nariz acarició la mía. Más que nuestros labios haciendo contacto, sentí cómo nuestras almas se tocaban y compenetraban.

Sabe besar.
El palpitar que otorgaba a mi boca esas fauces hambrientas me ponía la carne de gallina. Nunca me habían besado con tanto ardor ni tanta suavidad. Era como si volase por los cielos usando sus labios de alas. Sí. Sentía que me elevaba por los aires, hasta que me di cuenta que era él que me cargaba en sus brazos. No me opuse. Me sentía una reina, siendo cargada en mi trono de carne mientras mi trono no dejaba de chuparme los labios con una voracidad propia de él...
Me he dado cuenta que me ha colocado en mitad de su cama y un pensamiento me asalta la cabeza. No, susurro sin desearlo verdaderamente. ¿No qué? Me responde volviendo a volcar todo ese vapor verdoso en mis ojos. Debería levantarme y prepararme un café, decirle que no estoy con ganas de eso, que nos controlemos, que vuelve a poseer mi boca y mis razonamientos se desmoronan sin mucho esfuerzo. Y no sólo es mi boca, es mi frente, entre mis cejas, mis párpados, mis mejillas que son rozadas y exploradas por esas fauces hambrientas. Es tan suave y delicioso, cuando voy notando que mi cuello es ahora la presa. La última porción sobreviviente de mi razón me advierte que debería apartarlo de mí y cortar con esto, pero se diluye y se evapora con la luz que pulsa cada uno de los cirios de mi alma. Ahora estoy también tomando parte. Mi diestra y su siniestra están enlazados y mis dedos apretujan esa mano sin lograr dañarla. Mi siniestra esta aferrada a su nuca enredada en sus cabellos largos que tantas veces le había pedido que se lo cortase, y nunca me hizo caso.
¿Y su diestra, tan ruda y rugosa?
Jugueteando y paseando por entre mis senos, otorgándome oleadas de placer enorme. Y van callando toda alarma que intenta sacarme de ese estado extasiado. Así que no hay resistencia a que los tirantes de mi blusa se deslicen por mis hombros, y que una lluvia de besos no tarda en abrigarlos. Mis senos saltan al aire y se detienen por un momento las caricias. Abro los ojos y veo su mirada totalmente fija en cada porción de mi piel. De pronto, alza la vista y esta vez observo cómo cambian sus ojos, cómo su voracidad se arremolina en sus pupilas hasta cambiar su expresión a la de un lobo hambriento.

Toma con las puntas de sus dedos mis lentes y los coloca fuera de su campo de batalla. Ahora ese hombre animalesco aparece borroso ante mi vista, como un garabato difuminado. Y antes de poder pronunciar palabra, empieza a devorar mi tórax con todo lo que esté incluido. Abro la boca y grito sin hacer ningún ruido, sometida a las intensas caricias que mi hombre me lanza. Voy también a curiosear en su torso y lo hallo sin vestiduras. Nunca supe en qué momento se quitó la camisa. Fauces y manos bajan y me hacen contraer la espalda al sentir esa lengua bailando en mi ombligo, sus zarpas veloces deslizando mi falda hasta desterrarla de mi cuerpo.
Sabe acariciar.
Y encontrar puntos que en mi vida imaginaba que serían placenteros. Mi cresta ilíaca, el borde de la ingle, entre el ombligo y el pubis, los flancos, la piel cubierta por el panty, eran besados, lamidos, delicadamente mordidos. Ya no puedo resistirlo. Empiezo a gemir con cada nueva caricia de esta fiera que ha logrado llenarme de una luz antes desconocida.
A las mordidas hace volar mi panty, y mis manos se cierran de súbito sobre mi desnudez. No, tengo verguenza, tengo pudor... que son triturados con las yemas de sus dedos y sus labios humedecidos al pasarlos por mis muslos, mis caderas y mi bajo vientre. Mis gemidos van in crescendo y la tensión de mis manos se apaga. Era lo que buscaba el sátiro.
Mis gemidos han evolucionado en gritos mientras se ceba con mi sexo tan lleno de sensaciones y gustos prohibidos para casi todos. No sabía cómo era yo capaz de generar tanta lujuria y placer, ni siquiera en esas contadas ocasiones que más por curiosidad que deseo, me tocaba hasta tocar alturas muy por encima de mí.
Pero esto... esto era otra cosa. Y finalmente, lo que ya mi cuerpo entero y desnudo anhelaba, siento algo prominente y pétreo tocando las puertas de mi interior, yo le doy la bienvenida, abro completamente las puertas y me embarga una llenura que en otra ocasión de mi vida habré recibido con dolor y miedo, pero que ahora sólo me hace conocer felicidad y ardor. Con una lentitud y suavidad que evita cualquier dolor, me ha hecho suya por completo. Y en mi éxtasis nebuloso y gemebundo, veo la música que estamos creando. Y oigo la luz que todos y cada uno de los cirios de mi alma despiden y va secretando cada uno de los poros de mi piel. Floto en el aire anclada a él, a mi bestia adorada, a mi hombre violento, a mi espada salvaje del cual yo soy su guarda. Y que sólo yo he logrado domar.
Y finalmente, nuestras almas se desintegran y reintegran, pero formando una sola. Surcamos los aires, las aguas y el espacio en esta oda de movimientos, perfumes y voces entrelazadas.
Una suave calma me permite recobrar algo de cordura.
Está ahí abrazado a mí, totalmente manso y domado.

- ¿Me quieres? - Vuelvo a susurrar. - Por un momento vuelve a mirarme con esa expresión lobuna y me besa tan ardorosamente que casi me hace desmayar. Suelta mis labios y me dice muy seriamente:
- No, no te quiero. - Esa cortante respuesta me cambia el rostro mientras una helada sensación de completo..
- Te amo. Te amo con todas las fuerza de mi alma. - Me dice con un amor que no admite ninguna réplica. Salto a sus brazos.
(Uffff...)